Ayer, me trajeron la compra a casa. Eran dos hombres, con más canas que yo (que yo engaño mogollón...), en los 50 y pico, desde que les abrí la puerta, fueron extraordinariamente amables, rápidos, profesionales, me explicaron la factura, me dijeron las opciones que tenía para la próxima compra, me dieron las gracias me desearon un feliz día y se fueron. Fue increíble!!! Y eso que les abrí en pijama y con uno pelos...
Pues bien, como todo en esta vida, las cosas buenas hay que decirlas, así que escribí al súper(mercado) un mail diciendo que me habían traído la compra esa misma mañana y que el servicio había sido excelente, que quería remarcalo, puesto que creo que no sólo hay que reportar quejas, que muchas gracias a los repartidores por hacer tan bien su trabajo.
El e-mail me llevó 2 minutos. A las 6 horas recibí una llamada entusiasmada del súper(mercado), diciéndome que habían recibido el mail, que muchísimas gracias por haber tomado la decisión de escribirlo, que estas acciones eran fenomenales y que lo comunicarían a las personas implicadas y al departamento de entrega.
Como dicen los ingleses: You made my day.
Estoy segura de que si éstos trabajadores se sintieron un 10% de lo feliz que me sentí yo al recibir la llamada, mi acción de 2 minutos, mereció con creces la pena.
Y lo mejor de todo: GRATIS.
Dar las gracias es un regalazo para los oídos. Es la conclusión ajena del resultado de tu esfuerzo, tu entrega y tu pedacito de legado en este mundo. Es el reconocimiento de que los has hecho BIEN.
Así que, cada vez que vayas a hacer algo que te defina, piensa que la firma que quieres poner dejado: Fulanito, "El detalles" o Menganito "El gualtrapa", por ejemplo.
La elección es tuya.
En el próximo capítulo, CCC, el futuro: cree, crea y cágala. No os lo perdáis!